El otro día acudí a la tienda Mi Tesoro, sita en el madrileño barrio de Moratalaz (o “Moratalá”, como se dice en el habla cañí) con la intención de adquirir un juego al que poder jugar con mi hermano las frías noches de invierno y luna llena. Es decir, un juego para dos jugadores exclusivamente. Los gentiles dependientes del negocio me recomendaron el Famiglia, una creación de un tal Friedemann Friese que, francamente, me sorprendió con creces, hasta el punto de haberlo estrenado jugando 5 partidas seguidas. Tal es la adicción que genera esta peligrosa arma matatiempos.
En Famiglia los jugadores luchan por el control de las bandas mafiosas de una ciudad. El juego está compuesto por 60 cartas, cada una de las cuales representa a un miembro de una de las 4 bandas, que se distinguen entre sí por un color característico: la Famiglia (el rojo), los Contables (el azul), los Brutos (el amarillo) y los Mercenarios (el verde). A su vez, cada familia posee una habilidad propia: los miembros de la Famiglia otorgan más puntos de victoria que el resto; los Contables “hacen llamadas”, es decir, permiten subir a la mano (o “activar”) cartas de la mesa según su correspondiente nivel; los Brutos “dan palizas”, es decir, reducen el valor de una de las cartas de la mesa según su correspondiente nivel; y los Mercenarios actúan como comodines, es decir, se emplean junto con otras cartas de otras familias para “reclutar” mafiosos para tu bando.
Básicamente el juego consiste en “comprar” o “reclutar” mafiosos de la “calle” para tu bando/mano, utilizando las cartas que tienes en tu poder para extorsionarlos, convencerlos, intimidarlos, etc. La gracia está en que hay que ir haciéndolo a modo de escalera: es decir, se empieza con los mafiosos de nivel 0 en la mano, lo que permite adquirir personajes de nivel 1, que a su vez permiten adquirir personajes de nivel 2, y así sucesivamente hasta llegar al nivel 4 que es el máximo. A mayor nivel, mayor es la habilidad del personaje.
Una de las cosas que a mí más me moló del juego es su diseño: los personajes que aparecen en las cartas están dibujados a modo de caricatura, y entre ellos vemos reflejados todos los tipos de gángsters característicos: desde los clásicos mafiosos italianos de traje y corbata (¡algunos de ellos aparecen incluso comiendo espaguetis!) hasta yakuzas japoneses, pasando por pandilleros sudamericanos, mafia eslava y rusa, mafia yanqui (los Contables, por ejemplo, son en su mayoría estadounidenses), cada uno con sus respectivos nombre y número de identificación, como si de una ficha policial se tratase, quedando así reflejados, en apenas 60 cartas, todos y cada uno de los escalafones de cualquier organización mafiosa: los «capos», los economistas, los matones a sueldo… Algo que me parece absolutamente genial y uno de los principales aciertos del juego. En este aspecto, cobra especial relieve el diseño de la carta 4 de la Famiglia, la de mayor valor de todo el juego, cuyo personaje (llamado Alberto Negri) remite inequívocamente, en diseño y pose, a Vito Corleone. No en vano, a lo largo de todo el juego (y eso se nota tanto en el diseño de las cartas como en la mecánica del mismo), la influencia de El Padrino de Coppola es constante.
Por otro lado se trata de un juego adictivísimo, que mantiene a los jugadores en constante tensión: en ocasiones, la estrategia de “compra” que teníamos ya no funciona, puesto que nuestro rival se ha hecho con la carta que nosotros queríamos, con lo que hemos de cambiar nuestra estrategia sobre la marcha. Además, su mecánica de juego es muy fluida y dinámica, sin tiempo apenas para respirar, y con posibilidad de elegir escasas acciones en cada turno: concretamente 3, y en ocasiones ni se realizan todas. Todo ello en partidas de apenas media hora de duración, lo que hace que en una misma sesión puedan jugarse varias.
Por todo lo dicho, considero a este Famiglia un juego recomendable al 100% y al que apenas le encuentro fallos. El único, si eso, el tamaño tan extraño que tienen las cartas, lo que hace imposible plastificarlas: son de aspecto rectangular, me recuerdan a los billetes de autobús de Turín. Esto hace que sea recomendable jugarlo sobre un tapete o alfombrilla, para evitar el deterioro de las cartas, cuyo diseño, como he mencionado antes, es una de las principales bazas de este genial juego de cartas que, con poquísimos recursos, logra que nos lo pasemos en grande esas noches de lluvia que nos impiden salir de casa.
VENTAJAS:
– La idea del juego, originalísima.
– Que se trata de un juego para dos, de los que escasean en el mercado.
– Su dinamismo y adicción.
– El peculiar diseño de los personajes, realmente tronchante, y el hecho de que en el juego estén reflejadas los distintos grupos mafiosos del mundo.
– El poco espacio que ocupa.
– La brevedad de sus partidas (apenas 30 minutos)
– Que sólo trae cartas, nada de inútiles balas de cartón o de pseudopirámides de madera.
– Su precio.
DESVENTAJAS:
– El extraño tamaño de las cartas, que hace imposible que quepan en ninguna de las fundas que se venden actualmente en el mercado, con el consiguiente posible deterioro de las mismas.
– La traducción «a mocosuena» de las reglas (un fallo muy común en algunos juegos de mesa), lo que provoca confusiones a la hora de jugar que hay que rellenar a partir de la interpretación que hagan los jugadores de las mismas.
– No jugarlo.